No idealizar al otro: amar sin perderte a ti mismo
- Iara Martínez de Oliveira
- 12 nov
- 2 Min. de lectura
En el inicio de una relación, es fácil dejarse llevar por la ilusión. Miramos al otro con ojos que magnifican sus virtudes y atenúan sus sombras. Lo idealizamos.
Pero toda idealización tiene un precio: cuando dejamos de ver a la persona real, empezamos a relacionarnos con una proyección (una versión que hemos construido a partir de nuestras expectativas, deseos y miedos.)
Idealizar es amar una idea, no una persona
Idealizar no es amar: es colocar al otro en un pedestal. Desde ahí, toda diferencia se percibe como amenaza. Cuando esa imagen ideal empieza a agrietarse (porque la persona real no puede sostener el papel que le dimos) llega la frustración, la decepción o el impulso de “arreglar” lo que no encaja. El amor maduro, en cambio, se basa en ver al otro como es, sin filtros ni disfraces. Aceptar que toda persona tiene luces y sombras, fortalezas y límites, y que el vínculo solo puede crecer desde la realidad compartida, no desde la fantasía.
El peligro de cambiarse a uno mismo
Tan dañino como intentar cambiar al otro es dejar de ser uno mismo para encajar en sus expectativas (reales o imaginadas).A veces, el deseo de ser amado se convierte en una trampa sutil: empezamos a ceder, a adaptarnos, a moldear nuestras opiniones, intereses o formas de estar para no desentonar… y poco a poco, nos desdibujamos. Lo hacemos creyendo que así preservamos el vínculo, pero en realidad lo debilitamos: no hay verdadero encuentro cuando uno desaparece en el intento de agradar.
Amar no es fundirse: es encontrarse
El amor sano no exige sacrificio de identidad, sino presencia recíproca. Dos personas completas que eligen acompañarse, no completarse. Aceptar al otro implica renunciar al proyecto de cambiarlo. Aceptarse a uno mismo implica sostener la coherencia entre lo que se siente y lo que se muestra.Solo desde ahí puede florecer una relación auténtica: aquella en la que cada uno puede ser quien es, sin miedo a decepcionar.
Claves para no perderte en la pareja
Observa tus proyecciones. Pregúntate si estás viendo a tu pareja o a la idea que tienes de ella.
Escucha tus límites. Si algo te incomoda, te callas o te adaptas demasiado, revisa qué parte de ti está intentando complacer.
Renuncia al mito del cambio. Nadie puede transformar a otro; solo acompañar si el cambio nace de dentro.
Practica la aceptación realista. Amar implica convivir con las imperfecciones, tanto propias como ajenas.
Recuerda quién eres fuera del vínculo. Mantén espacios, intereses y vínculos propios. La autonomía es la base de un amor libre.
Idealizar al otro o moldearse para encajar son formas distintas de huir de la realidad. El amor auténtico no se construye desde la perfección ni la fusión, sino desde el encuentro entre dos personas imperfectas que se eligen con lucidez y ternura.




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