Dos polos del colapso: por qué el exceso de intensidad y la apatía son la misma respuesta
- Iara Martínez de Oliveira
- hace 5 días
- 2 Min. de lectura
En consulta es muy frecuente que una persona llegue diciendo: “Hay días que estoy a tope, hiperactiva, lo siento todo… y otros en los que no me interesa absolutamente nada.”
A menudo creen que esto habla de inestabilidad, contradicción o “incoherencia emocional”.
Pero esta oscilación no es un problema de identidad: es un problema de regulación.
Cuando el sistema nervioso pierde rango
Un sistema nervioso regulado puede moverse con naturalidad entre activación y calma. Pero cuando la saturación emocional o el estrés sostenido superan la capacidad de la persona, el cuerpo pierde flexibilidad. Y cuando no hay flexibilidad, aparecen los extremos.
Los dos polos más comunes son:
1. El exceso de intensidad (hiperactivación)
Este polo se caracteriza por una energía acelerada, cargada, a veces explosiva. No es vitalidad; es sobrevivencia desde la activación.
Puede manifestarse como:
Impulsividad o urgencia.
Hacer mucho, hablar mucho, pensar demasiado.
Hipersensibilidad emocional.
Sensación de que todo es “demasiado”.
Es el cuerpo diciendo: “Si me muevo lo suficiente, quizá no me derrumbe.”
2. El “no me interesa nada” (hipoactivación)
Aquí el cuerpo hace lo contrario: se apaga. No por falta de ganas, sino como mecanismo de conservación.
Se expresa como:
Apatía.
Vacío interno.
Falta de motivación o energía.
Desconexión emocional y corporal.
Es el cuerpo diciendo: “Si me apago, no me desbordaré.”
Por qué son dos caras de lo mismo
Ambos polos nacen de la misma raíz: un colapso del sistema nervioso, una saturación que hace que el cuerpo no pueda sostener un estado intermedio.
Son estrategias automáticas para gestionar un nivel de carga que la persona ya no puede regular.
La intensidad protege del derrumbe.
La apatía protege del desborde.
Es el mismo miedo, expresado de dos formas opuestas.
Oscilar entre los extremos no es un fallo, es un mensaje
Muchas personas viven atrapadas en un vaivén continuo: intensidad → apatía → intensidad → apatía.
No es que “no sepan lo que quieren”, sino que lo que quieren no puede expresarse porque el sistema está secuestrado por la supervivencia.
Estas oscilaciones son un indicador de agotamiento profundo y una señal de que el sistema pide espacio, sostén y presencia.
Salir del colapso: recuperar el rango
El objetivo terapéutico no es eliminar los polos, sino ampliar el rango interno: la capacidad de sentir sin desbordarse y de parar sin apagarse.
Esto se consigue con:
Trabajo corporal orientado a la regulación.
Ejercicios de anclaje y presencia.
Procesar las cargas que mantienen el sistema en alerta.
Introducir poco a poco experiencias de seguridad interna.
Relación terapéutica como espacio de sostén.
...
Cuando el cuerpo recupera rango, dejan de aparecer los extremos.
No porque “la persona se controle más”, sino porque ya no necesita protegerse tanto.
En resumen
El exceso de intensidad y el “no me interesa nada” no son enemigos opuestos.
Son dos formas diferentes de un sistema nervioso que intenta sobrevivir como puede.
Cuando reconocemos esto, la persona deja de verse como inestable o incoherente…y empieza a verse como alguien que ha hecho lo mejor posible en situaciones para las que nunca tuvo acompañamiento suficiente.




Comentarios