AUTOCOMPASION SANA VS INSANA (VICTIMISMO)
- Iara Martínez de Oliveira
- hace 1 hora
- 4 Min. de lectura
La autocompasión a menudo se malinterpreta como victimismo, pero en realidad son cosas muy distintas.
La victimización es un enfoque en el que alguien se queda atrapado en la narrativa del “pobre de mí”, sintiéndose impotente y esperando que otros le rescaten. Suele implicar una pasividad que bloquea el cambio o la responsabilidad personal.
La autocompasión sana, en cambio, implica reconocer el propio sufrimiento sin juzgarlo y tratarnos con la misma amabilidad que ofreceríamos a alguien a quien queremos mucho. No niega el dolor, pero tampoco nos encierra en él.
Algunas razones por las que la autocompasión puede ser tan poderosa son:
- Fortalece la resiliencia: Al reconocer nuestras dificultades con amabilidad, podemos recuperarnos más rápido de los fracasos o momentos difíciles.
- Reduce la autocrítica destructiva: Nos permite ser conscientes de nuestros errores sin caer en el castigo mental constante.
- Fomenta la responsabilidad equilibrada: Al tratarnos con compasión, podemos ver más claramente dónde mejorar, sin quedarnos atrapados en la culpa.
- Nos conecta con la humanidad compartida: Recordamos que no estamos solos en nuestra imperfección o dolor.
Podríamos decir que la autocompasión es la forma valiente de sostenernos a nosotros mismos cuando las cosas se tambalean, en vez de abandonarnos o dramatizar.
Pongamos algunos ejemplos cotidianos para ver la diferencia más claramente:
1. Fracasar en un proyecto personal
- Victimización: “Nada me sale bien... Siempre me pasa lo mismo. ¿Para qué intentarlo si el mundo está en mi contra?”
- Autocompasión: “Esto dolió, sí, y me siento frustrada. Pero todo el mundo se equivoca a veces. Aprenderé algo de esto y cuidaré de mí mientras lo proceso.”
2. Tener un mal día emocional
- Victimización: “Todo está mal. Nadie me entiende. Estoy destinada a sentirme así siempre.”
- Autocompasión: “Hoy me siento mal, y eso está bien. Es humano sentirse así a veces. Me voy a dar un respiro, hacer algo que me calme, y recordar que no estoy sola.”
3. Recibir una crítica constructiva
- Victimización: “¿Ves? No sirvo para esto. Me están atacando. Mejor renuncio.”
- Autocompasión: “Me cuesta recibir críticas, pero sé que no definen mi valor. Puedo considerar lo que dijeron y seguir creciendo sin machacarme.”
¿Notas la diferencia? La autocompasión reconoce el dolor sin quedarse atrapada en él, mientras que la victimización gira en círculos sin ofrecer una salida.
La autocompasión no es algo que “se tiene o no”, sino una habilidad que se entrena como un músculo emocional.
Aquí te propongo algunas ideas:
1. Háblate como hablarías a un ser querido
Cuando estés sufriendo o te equivoques, detente y pregúntate: “¿Qué le diría a alguien que quiero si estuviera en mi lugar?” Luego, dirige esas mismas palabras hacia ti.
2. Practica mindfulness emocional
Permite que tus emociones estén presentes sin rechazarlas ni exagerarlas. Puedes decirte: “Esto duele, y es difícil, pero puedo sostenerlo con amabilidad.” Es notar lo que pasa sin juicio.
3. Escribe una carta compasiva a ti misma
Imagina que eres una amiga sabia y amable, y escríbete una carta desde esa voz cuando estés pasando por un momento difícil. La escritura ayuda a integrar esa voz más tierna y realista.
4. Usa frases de autocompasión como mantras
Frases como:
- “Estoy haciendo lo mejor que puedo.”
- “No estoy sola en esto.”
- “Es humano equivocarse.”
Repetirlas en voz baja o mentalmente te ayuda a reconectar con una actitud compasiva.
5. Acepta la humanidad compartida
Recuerda que no eres la única que sufre, se equivoca o duda. Al reconocer eso, te sientes menos aislada y más conectada al mundo.
Ejercicios que puedes incorporar a tu rutina:
1. Pausa de autocompasión (1-2 minutos)
Cuando sientas una emoción difícil o estés estresada:
- Detente y reconoce: “Esto es un momento de sufrimiento.”
- Recuerda que no estás sola: “El sufrimiento es parte de la experiencia humana.”
- Añade amabilidad: “Que pueda ser amable conmigo en este momento.”
Puedes decir estas frases en voz baja o mentalmente, como un pequeño ritual.
2. Diario de autocompasión
Antes de dormir, escribe:
- Algo que te dolió hoy
- Cómo te hablaste a ti misma
- Cómo podrías hablarte con más compasión la próxima vez
Este ejercicio fortalece tu autoconciencia sin juicio.
3. Práctica del espejo
Mírate al espejo durante 1 minuto cada día y di algo amable, como si se lo dijeras a una amiga:
"Estoy haciendo lo mejor que puedo y merezco paciencia.”
Al principio puede parecer raro, pero con el tiempo se vuelve muy poderoso.
4. Carta a tu “yo” del pasado
Piensa en un momento difícil del pasado y escribe una carta como si fueras una amiga compasiva hablándole a tu “yo” de entonces. Dile que hiciste lo mejor posible con lo que sabías, y que hoy puedes entenderlo con ternura.
5. Meditación del abrazo propio
Cuando sientas angustia, colócate una mano sobre el corazón o abrázate suavemente. Respira hondo y di algo como:
"Estoy aquí para mí. Este momento pasará. Me sostengo con amabilidad."
El contacto físico libera oxitocina, la hormona del consuelo. Parece pequeño, pero tiene efectos reales.
6. Notificación de amabilidad
Pon una alarma o notificación aleatoria en tu móvil con un mensaje como:
"¿Has sido amable contigo hoy?"
O: "Tómate un respiro, respira profundo, mereces cuidado."
Funciona como un recordatorio consciente para reconectar con tu bienestar emocional.
7. Reescribe tu diálogo interno
Detecta una frase dura que suelas decirte (como “Soy un desastre”), y reformúlala con compasión:
"Estoy aprendiendo. Estoy haciendo lo que puedo con lo que tengo."
Hazlo por escrito o en voz alta cuando lo necesites.
8. Cambia el canal mental
Cuando entres en bucles de autocrítica, imagina que estás cambiando de canal como si tu mente fuera una radio. Di mentalmente:
"Este canal me hace daño. Cambio al de cuidado y compasión."
Y nómbrate pensamientos amables o actividades que te reconecten contigo.

Y recuerda, la autoamabilidad es la raíz serena desde la que florece nuestra fuerza interior.
Comentários